En Bruselas, 21/01

¡Se acabó el color!

Ya me lo habían dicho, y llevo un buen rato comprobándolo. Estoy sentado en la espera del aeropuerto de Bruselas, junto a la puerta 44.

Esperando el embarque.

Esperando el embarque.

Cuando vienes de Asia, de Africa, o de la America Latina y llegas a Europa se acaba el color…

Me refiero al color del vestido, a la vestimenta.

Se acbó el color.

Se acbó el color.

En Africa, las calles, los mercados, las gentes y en especial las mujeres disfrutan con los colores atrevidos, los colores del jacarandá y la buganvilla, los amarillos chillones, los verdes con los rojos, los fucsia…

Aquí, en Bruselas, predomina casi con exclusividad el negro: lo llevan los camareros, las azafatas, los estirados ejecutivos, ahora, tambien las mujeres, en especial las mas jovenes. Y si se ve algun color chillon es el de la limpieza o el del chaqueton de los que trabajan en las pistas.

¡Se acabaron los pañuelos en la cabeza!

Regresamos a la negra civilización.

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