¡Se acabó el color!
Ya me lo habían dicho, y llevo un buen rato comprobándolo. Estoy sentado en la espera del aeropuerto de Bruselas, junto a la puerta 44.
Cuando vienes de Asia, de Africa, o de la America Latina y llegas a Europa se acaba el color…
Me refiero al color del vestido, a la vestimenta.
En Africa, las calles, los mercados, las gentes y en especial las mujeres disfrutan con los colores atrevidos, los colores del jacarandá y la buganvilla, los amarillos chillones, los verdes con los rojos, los fucsia…
Aquí, en Bruselas, predomina casi con exclusividad el negro: lo llevan los camareros, las azafatas, los estirados ejecutivos, ahora, tambien las mujeres, en especial las mas jovenes. Y si se ve algun color chillon es el de la limpieza o el del chaqueton de los que trabajan en las pistas.
¡Se acabaron los pañuelos en la cabeza!
Regresamos a la negra civilización.